El Colegio Nuestra Señora de Nazareth es parte de la Inspectoría de María Auxiliadora, con sede en Madrid, que agrupa a todas las obras de las Hijas de María Auxiliadora en España.
Las Hijas de María Auxiliadora, conocidas también como Salesianas, somos una familia religiosa, fundada por San Juan Bosco y Santa María Mazzarello en el 1872. Nacimos como respuesta educativa y cristiana a las necesidades de las niñas y jóvenes que, en plena revolución industrial, se encontraban en graves situaciones de riesgo tales como el analfabetismo, el desarraigo familiar, la migración, las precarias condiciones laborales, etc.
En este contexto, el 5 de agosto de 1872 tiene lugar la fundación de la primera Comunidad de Hijas de María Auxiliadora en Mornese, Italia. Nuestro nombre, querido así por D. Bosco, encierra el deseo del fundador de que el Instituto fuera el Monumento vivo a la Virgen Auxiliadora.
Desde entonces hasta nuestros días, miles de Salesianas a lo largo y ancho del mundo han dedicado su vida a la educación y evangelización de los jóvenes, siguiendo el estilo salesiano de la pedagogía de Don Bosco, basada en el espíritu de familia, la acogida, la cercanía, la alegría, la amabilidad y el sentido de la presencia de Dios, condensada en las tres bases del Proyecto Educativo Salesiano: razón, religión y amor.
Como colegio de las Hijas de María Auxiliadora nos caracteriza:
La Misión, el alma de nuestro hacer:
Colegio católico abierto a todos.
Que educa en los valores del Evangelio.
Que ofrece un servicio educativo cualificado a la sociedad.
Cuya finalidad es la formación integral de los niños y de los jóvenes.
La Visión, que se manifiesta como lugar y ambiente:
Adoptando el sistema preventivo de San Juan Bosco y Santa María Mazzarello.
Promoviendo un ambiente educativo positivo y creativo que posibilita el hacer experiencia de valores humanos y cristianos.
Con la participación de toda la comunidad educativa de forma corresponsable.
Colaborando en la construcción de una sociedad democrática, abierta y solidaria.
Los Valores, educando siempre en:
La apertura a Dios como fuente de verdadera humanización.
El espíritu de familia y la confianza en los niños y jóvenes.
El respeto a la vida como don y compromiso.
La acogida incondicional de la persona.
La personalización de las relaciones, la diversidad y la inclusión.
Un clima de alegría y de fiesta.